MUNPARAIS

on lunes, 16 de agosto de 2010






MUNPARAIS



A los pies de un árbol viejo una chica descansaba, un joven que andaba por ahí, noto aquella chica, que hablaba sola, sintió curiosidad y se acerco tímidamente, la observo y vio reflejada en ella, la luz de la luna, la noche era tan calidad, a cada paso que andaba le entraba más la curiosidad, sin que ella se diera cuenta la sorprendió dando un salto a su lado y le pregunto ¿Por qué hablar sola? ¿Sabes, yo también tengo tantas cosas que contar? Ella no le respondió, lo mas raro es que no tuvo miedo de quien era, le parecía que todo venia y se iba, pero observo en aquel muchacho, sus ojos y le recordó, que ya había visto aquella mirada, le eran muy familiar. La chica le respondió: “nada del otro mundo, lo mismo de todas las noches” – el joven se quedo pensando y mirándola - ¿Por qué no me cuentas alguna historia esta vez a mí? – la chica con su mirada perdida empezó a decirle:

Cada mañana como todos los días, una niña se despertaba muy temprano, ansiosa por dejar su cuarto y salir a recorrer un enorme jardín, saltando de alegría por los pasillos de su casa, llega hasta la entrada, a un paso de estar en ella, puede ver todo de lo que esta repleta, hay hermosas flores cada una con su encanto, los árboles que la rodean y en ellos donde descansa, ese cielo tan perfecto para ella. Su Munparais, así le llama, es lo más hermoso que ella vio desde pequeña. Le encanta jugar horas y horas, ocultarse entre las hojas y sonreír por ahí. Así eran sus días, no conocía tristezas y todos la querían. Por su forma de andar, por ese brillo que tenía cada vez que la veían, daba esa sensación que era como un ángel.

En otra parte de algún lugar tres sujetos planean su delito, decidían la forma más infalible para que no existan sospechas, la avaricia entre ellos, se notaba al decidir, quien se queda con que, no les importa lo que suceda luego, solo su conveniencia.

Los días pasaron y así se completaron dos semanas, la niña se despertó, pero era muy tarde, se sintió incomoda, se abrazo así misma como si sintiera frío, su corazón palpito tan rápido, no era normal, se descubrió de las sábanas y salio a correr por los pasillos de su casa, esta vez ya no se dirigía a su Munparais, iba corriendo hacia la habitación principal, la más grande y decorada, para ella. Al llegar a la alcoba, sintió un silencio, del cual no había percibido nunca, abrió la puerta lentamente, la luz del sol de ese día resplandecía por la ventana y terminaba a los pies de la cama, en ella, habitaban dos personas, uno de ellos con marcas en la piel y otro con manchas de rojo en su ropa, la niña al presenciar tal escena no pudo decir nada, aunque quiso, no podía y salio corriendo por los pasillos, llego a la entrada del Munparais y con miedo miro todo lo que había en el, se sentó a los pies de un árbol y no dijo nada, así permaneció hasta que todos se enteraron de tal acontecimiento.

Pasaron ya un par de años, una chica se levanta de su cama y anda por los pasillos, va hacia un enorme jardín, se recuesta al pie de un árbol viejo y le cuenta sus penas a la noche, cada día, repitiendo la misma escena.

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